Cuartel General De La CNI, Calle Borgoño Nº 1470

Ubicada en la comuna de independencia datan de principios del siglo XX, ligados al desarrollo de la infraestructura de salud pública y sanitaria que se instaló en el límite del Camino de Cintura trazado por el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna a finales de siglo XIX. En 1909 se comienza a construir los cuatro pabellones restantes que incluyó el complejo sanitario.
Las obras realizadas hasta 1920 incluyeron secciones de química, seroterapia, bacteriología, toxicología microscopía, además del desinfectorio. El 6 de diciembre de 1929, comienza a funcionar una última sección, el Instituto Bacteriológico. En 1936 las instalaciones pasan a depender del Ministerio de Salubridad Pública, posteriormente del Servicio Nacional de Salud creado en 1952.

En 1977 las instalaciones pasaron a la CNI hasta 1988, cuando fueron entregadas a la Policía de Investigaciones En 1984 se declaró MH, mediante el DS N° 646 del Ministerio de Educación, el denominado “Antiguo edificio del Instituto de Higiene”, abarcando solo una de las edificaciones, correspondiente a la sección administrativa y de estadísticas, fundándose lo anterior en sus valores urbanísticos. En 1997, la sección de Seroterapia, que correspondió al Cuartel Borgoño 1470, y el Desinfectorio Público, fueron demolidos para construir el actual cuartel de la Policía de Investigaciones (PDI).





Hoy el ex cuartel esta en ruinas y la dura batalla que han dado los ex presos y amigos del ex cuartel Borgoño contra los actuales dueños del inmueble la Policía de Investigaciones de Chile PDI a pesar que fue declarado monumento nacional y sitio de memoria se ubicaba la sede central del mando operativo de los servicios de seguridad de la dictadura y fue ampliamente usado como centro de detención y tortura y exterminio por la Central Nacional de Informaciones (CNI). Con anterioridad, este inmueble, con salida a avenida Santa María, albergaba dependencias del Servicio Nacional de Salud. Las primeras averiguaciones acerca del nuevo uso asignado a este inmueble datan de mayo de 1977. Este cuartel era conocido por los agentes de la CNI con el nombre de “Casa de la Risa”. Aquí tenían su base de operaciones las unidades especializadas en exterminar al MIR y más tarde el FPMR.

Según la mayoría de los testimonios, los detenidos pasaban casi la totalidad del tiempo en un sótano del edificio, que cuenta con una sala de recepción, una sala para exámenes médicos, una pieza donde se fotografía y toman las huellas digitales a los detenidos, una pieza de interrogatorio y tortura, celdas individuales y un baño con duchas. Arriba hay un cuarto dotado de equipos de sonido y vídeo. Desde sus celdas los detenidos escuchaban ruidos similares a los que se producen en una oficina. La sala de interrogatorio y tortura estaba dotada del equipo necesario, somieres metálicos, sillas, generadores eléctricos, picanas y electrodos. La sala de filmación está condicionada con cajas de huevos vacías con el propósito de callar, y es bastante grande.

El detenido al llegar era examinado por un médico, quien preguntaba por enfermedades que ha tenido, ausculta y examina en forma superficial. En ocasiones le recomendaba que colaborara en los interrogatorios. En algunos casos inyecto y/o dio algún remedio. Si la tortura producía efectos considerados de riesgo, el médico era llamado para reanimar a la persona y determina si se suspende o se continúa la tortura.

Los torturadores tenían asignados diferentes roles Están los que amenazan, gritan e insultan, golpean y aplican corriente. Y hay otros que aparentan ayudar al detenido, haciendo el papel de “buenos” le invitan a café, le dan cigarrillos y le aconsejan. Entre estos últimos destaca uno, al que sus compañeros llaman “Doc“, hombre gordo y alto de alrededor de cuarenta años, quien habla  sobre política y en ocasiones hasta se plantea dudas sobre su quehacer. Además, en algunos casos hace de hipnotizador.

Los detenidos expresaron que tenían a veces la impresión de que a sus comidas se le había añadido subrepticiamente drogas, ya que se sintieron mareados y no podían coordinar bien.

Durante los primeros días la persona es sometida a intensos interrogatorios y torturas. Estas incluyen golpes repetidos en todo el cuerpo, aplicación de electricidad en parrilla y/o con picana en las partes más sensibles del cuerpo, colgamiento, etc. A menudo se le formulan las mismas preguntas una y otra vez por parte de los equipos de torturadores, que se van rotando en este quehacer. A veces la víctima es llevada frente a un escritorio para continuar el interrogatorio; en ocasiones se le propinan pequeños golpes sorpresivos, se le amenaza, se le acusa, se le alude a lo mucho que se sabe de ella y se procura dar la impresión de omnipotencia y omnisapiencia. En algunos casos se le sugiere que colabore y se le ofrece protección, pero si la persona se niega recibe nuevas y peores amenazas.

En su celda de aislamiento no se permite al detenido descansar. Su sueño es interrumpido ya sea por preguntas o con golpes en las puertas. Como las celdas no tienen luz de día y la ampolleta está encendida continuamente, la persona pierde la noción del tiempo; en ocasiones, además, instalan fuertes reflectores que le impiden conciliar el sueño. Es llevada dos veces al día al servicio, donde no tienen ninguna intimidad.

Algunos detenidos refieren haber pasado varios días esposados, parados en corredores o sentados en sillas, con prohibición de moverse. La privación de alimentos y de agua es uno de los métodos que se usan para debilitar; otras veces se les alimenta a horas extrañas, práctica que busca hacer perder la noción del tiempo.

En muchas oportunidades los presos eran filmados en una sala especial, en diferentes poses, y a veces con literatura considerada subversiva, con armas u otros objetos, para lo cual es maquillada y peinada. Tanto quienes son dejados en libertad como los que son llevados a presencia de un tribunal reciben amenazantes instrucciones para que no denuncien las torturas que se les ha infligido.

Es sabido que muchas personas murieron en falsos “enfrentamientos armados“, que se decía, tuvieron lugar cuando éstos, intentaron atacar el edificio.

La Unidad Azul que funcionaba desde el “Cuartel Borgoño” y que pertenecía a la CNI

El Cuartel Borgoño esta también estrechamente relacionado con el arresto y desaparición de José Julián Peña Maltés, Alejandro Alberto Pinochet Arenas, Gonzalo Iván Fuenzalida Navarrete, Julio Orlando Muñoz Otárola y Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, detenidos en Santiago en Septiembre de 1987 por la CNI. De acuerdo a las investigaciones el Director de la CNI, en el marco de la investigación del secuestro del teniente coronel Carlos Carreño Barrera, dispuso que la “Brigada Verde”, dependiente de la División Antisubversiva, y encargada de la represión al Partido Comunista y al FPMR, efectuara las detenciones de los afectados, para luego ser conducidos hasta el Cuartel Borgoño, recinto desde el cual después de ser interrogados fueron hechos desaparecer.

El ex Cuartel Borgoño fue declarado Monumento Histórico Nacional  Decreto Nº 347 (2016) por el Consejo de Monumentos.  A pesar de esta declaración y sabiendo que no se pidió autorización para demoler el inmueble a bienes nacionales como lo estipula la ley.

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