No estoy pidiendo suicidio asistido, estoy luchando por mi derecho a una muerte digna

 

No estoy pidiendo suicidio asistido, estoy luchando por mi derecho a una muerte digna y en eso, la postura moralista de algunos no tiene peso ni cabida.

En el día de ayer una ONG -que se dice provida-, interpuso en mi causa judicial un escrito con el cual quieren hacerse parte de los alegatos en defensa de un Estado y sistema de Salud cruel e indolente...

Es tan fácil hablar e imponer ideologías cristianas y moralistas sin saber qué pasa con el afectado.

Me saltan mil preguntas:

¿Ésta ONG sabrá sobre mi real estado de salud actual?

¿Con qué moral pueden hablar de mi vida si ellos nunca se han acercado a mí para brindarme apoyo o preguntar si necesito algo?

¿Dónde quedaron los derechos humanos y el respeto hacia las decisiones individuales de cada persona?

La Iglesia Católica en estos momentos no necesita defensa y no tiene altura moral para emitir juicios valóricos, ya que ha demostrado y sostenido históricamente su hipocresía en la práctica con un largo prontuario de denuncias por encubrir a sus curas pedófilos o por ejemplo, no abriendo sus puertas en plena pandemia para ayudar a sus fieles, que tantas necesidades están pasando.

En fin, podría seguir escribiendo más sobre la historia católica y su hipocresía, sin embargo, creo es suficiente con plantear la doble moral que existe en la absoluta condena a la muerte asistida y la eutanasia en Salud Pública, y la aceptación -o al menos silencio cómplice- sobre la sedación paliativa que se lleva a cabo en Clínicas privadas.

En la Constitución se habla claro del buen vivir. Pero, cuando no tengo ese derecho, cuando el buen vivir es imposible, ¿no tengo acaso entonces derecho a un buen morir?

En el artículo N°19 número N°1 de la Constitución del 80´ está el derecho a la vida y la integridad física y psíquica…Yo les pregunto, ¿cómo puedo tener un buen vivir si mi deterioro avanza cada día de manera progresiva e irreversible?

Ojalá que algunos pro-vida que rasgan vestiduras, que son activistas de DD.HH entiendan que cuando la medicina no tiene más alternativas para alguien, también es un derecho individual, humano y hasta piadoso, elegir el morir bien y dignamente.

Si le estoy pidiendo al Estado su intervención en hacerme una eutanasia, es porque quiero hacer todo de manera legal y según me lo conceden mis derechos.

No estoy pidiendo un suicidio asistido, sino una eutanasia. ¡La diferencia es muy grande!.

Yo no pedí estar enferma y aún así amo la vida.

Amo tanto vivir, que es por eso que también quiero morir digna y tranquila.

Comentarios

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